El Baile De La Luna: Libro Uno Dela Serie Lazos De Sangre - Amy Blankenship страница 2.

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Tabby, ¿dónde estás?

Tras de sí, Tabatha oyó a su madre que la llamaba, pero ella estaba más interesada en llevar a su perro de vuelta al camping. Scrappy era su perro y ella tenía que cuidar de él. Así que, en lugar de contestar a los gritos de su madre o llamar al perro, se quedó callada y siguió los agudos sonidos de los ladridos de Scrappy.

No pasó mucho tiempo hasta que Tabatha tuvo que parar un minuto para recuperar el aliento. Apoyó la espalda contra un árbol y puso las manos sobre las rodillas cubiertas de suciedad mientras respiraba y prestaba atención a los sonidos del bosque. Siempre había deseado plantarse en mitad del bosque y simplemente escuchar, como hacían los indios en las películas de televisión.

Las nubes de lluvia que se habían separado hacia un rato volvieron y el brillo de la luna desapareció. Ella abrió los ojos de par en par cuando se dio cuenta de que ya no veía las luces del camping en la distancia.

Dio un paso adelante con dudas, miró a su alrededor desesperadamente y lo único que podía ver era oscuridad, troncos de árboles que apenas era capaz de reconocer, e incluso sombras más oscuras. Ella gimió cuando algo lanzó un gruñido a lo lejos detrás de ella. Decidió que no le gustaba esa dirección, así que salió corriendo sin mirar atrás.

Tras lo que pareció una eternidad, oyó a Scrappy ladrando de nuevo y se lanzó hacia esa dirección con la esperanza de que lo que fuera que había gruñido anteriormente no estuviera persiguiéndola. Oyó otro gruñido, pero en este caso venía de algún lugar delante de ella.

Intentó frenarse clavando los talones en el suelo, pero estaba cubierto de hojas y barro a causa de la lluvia. En lugar de parar, ella se deslizó incluso con más fuerza antes de caer por una pendiente.

Se le cortó la respiración cuando su cuerpo se estrelló contra un árbol caído que frenó su caída. De lo primero que se dio cuenta cuando recuperó el aliento fue que Scrappy ya no estaba ladrando. Oyó el gruñido de nuevo y empezó a trepar por donde había caído cuando oyó un quejido suave. Hizo fuerza con las rodillas, miró por encima del tronco de un árbol y vio un pequeño claro en el cual se proyectaban directamente los rayos de la luna.

Justo en el centro del claro estaba Scrappy, quejándose como si hubiera sido golpeado por el perro de su misma calle cuando se cruzan. El cachorro estaba agazapado y arrastrándose hacia atrás. Tabatha abrió sus ojos azules de par en par cuando vio el porqué. Dos animales se acercaban lentamente el uno al otro en el claro y Scrappy estaba justo en medio.

Tonto, Tabby susurró entre dientes.

Ella reconocía los animales de las imágenes que su padre le había enseñado antes del viaje. Uno era un puma y el otro lo reconoció de la televisión... un jaguar. Le encantaba ver documentales de animales y ella no era tan aprensiva como su madre cuando los animales trataban de atacarse unos a otros en la tele. Pero esto era diferente era real y un tanto aterrador.

Eran grades gatos que podían comerte de un bocado. Los gráciles animales se rodeaban mientras gruñían profundamente con los ojos brillantes como medallones de oro. La brisa se llevaba aquel terrible sonido y le llegaba a Tabatha mientras continuaba observándolos con un asombro nervioso.

Vamos, Scrappy, susurró con la esperanza de que los enormes gatos no la oyeran. Ven aquí antes de alguno de ellos te pise. Iba a decir te coma pero no quería asustar al pequeño cachorro más de lo que ya estaba.

De repente, los gatos chillaron, lo que hizo que Tabatha se cubriera las orejas con las manos porque le pareció un sonido demasiado agudo y aterrador. Corrieron con todas sus fuerzas a través del claro y Scrappy metió el rabo entre las patas gritando de miedo.

Al ver al perrito traumatizado, Tabatha trepó por el tronco y corrió hacia Scrappy lo más rápido que pudo. Ella estaba más cerca de Scrappy que los gatos, así que se echó rápidamente sobre el pequeño cuerpo del perro para cubrirlo al mismo tiempo que los dos animales saltaron y colisionaron en el aire, justo encima de ella.

¡Por favor! ¡No hagáis daño a mi perro! gritó.

Chilló de nuevo cuando unas garras afiladas estrujaron su brazo y otras arañaron su espalda. Los gatos cayeron al suelo detrás de la niña con un ruido seco, como de huesos que chocan, gruñéndose y chillándose el uno al otro. Ella permanecía encorvada sobre Scrappy, que seguía temblando y quejándose suavemente, sin atreverse a mirar a los animales que peleaban a solo unos metros detrás de ella.

Tabatha tenía miedo de moverse y se aferraba al perro todo lo que podía. Tenía los ojos fuertemente cerrados y empezó a susurrarle a Scrappy que corriera y consiguiera ayuda, en caso de que alguno de los gatos la cogiera a ella. Algo líquido y caliente roció su espalda, pero ella no se movió. Al final, la pelea terminó y se atrevió a mirar por encima de su hombro.

La niña empezó a temblar y llorar cuando vio a dos hombres detrás de ella cubiertos de sangre. Tabatha se puso de rodillas lentamente sosteniendo a Scrappy en sus brazos y empezó a retroceder. ¿Dónde habían ido el puma y el jaguar? ¿Habían atacado a esos dos hombres y después huido? ¿Por qué iban desnudos?

Nataniel abrió los ojos de repente y le enseñó sus dientes afilados.

Tabatha se tropezó y casi se cae, pero consiguió mantenerse en pie. Scrappy se quejó de nuevo cuando el gruñido del hombre imitó al del puma y trató de desasirse de los brazos de Tabatha. Huyó hacia el bosque chillando de miedo.

Malachi se retorció de dolor porque la sangre salía a borbotones de su pecho. Abrió la boca y gruñó una palabra hacia la niña pequeña.

¡Corre! su voz terminó con un grito que recordaba al de un jaguar.

Tabatha no se lo pensó dos veces y obedeció. Se dio la vuelta y salió corriendo del claro sin atreverse a mirar atrás. No le importaba saber dónde iba; solo quería escapar de aquellos dos hombres aterradores cubiertos de sangre.

*****

Gracias. Vamos ahora con las noticias locales. Anoche, una familia de la localidad pudo respirar tranquila. La hija, Tabatha, fue encontrada vagando sin rumbo por el Bosque Nacional Ángeles después de haber estado perdida durante tres días tratando de encontrar el perro de la familia, que se había escapado, mientras pasaban unos días en el camping cercano a un lago. Al parecer, el perro se había liberado de la correa y corrió hacia el bosque. La valiente niña de siete años persiguió al perro y no fue encontrada hasta esta mañana. Desafortunadamente, el perro no estaba con ella. Según la policía, la niña se encuentra en el hospital recuperándose del trauma, ya que parece que ha sobrevivido al ataque de un puma. La pequeña Tabatha ha contado a los guardabosques que en el bosque se encontró con dos hombres heridos, pero después de una búsqueda exhaustiva por una zona de trece mil km cuadrados, no han encontrado nada. Seguiremos informándoles más tarde.

Capítulo 1

10 años más tarde

La música a todo volumen retumbaba fuera de la discoteca. Su gran cartel de luz de neón morada parpadeaba al ritmo de la música. La luz proyectaba un resplandor espeluznante sobre los edificios de la calle. En el tejado del edificio, se encontraba un hombre de pelo rubio con un pie en el borde. Se balanceó hacia delante con el codo apoyado en la rodilla mientras se fumaba un cigarro.

Kane Tripp bajó la cabeza ligeramente y hundió la mano en su pelo peinado en punta. Detestaba cortárselo y echaba de menos lo largo que solía llevarlo. Todavía recordaba la sensación de su suavidad acariciándole la zona baja de la espalda. Acercó el cigarro a los labios, aspiró profundamente mientras pensaba en las cosas que echaría de menos, como los cigarros que solía fumarse antes de ser enterrado vivo.

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