El Corazón Del Tiempo - Amy Blankenship страница 3.

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Él atrajo el rostro de Kyoko a la suya y le dio un suave beso sobre sus labios inocentes. Mirándola a sus tempestuosos ojos verdes, él entró a su mente usando el poder del guardián de corazón de cristal.

Hyakuhei buscó entre sus recuerdos el de los guardianes a quienes tanto amaba para quitárselos. Al robar los recuerdos de las personas por las que ella luchaba debilitaría su poder y fortalecería el de él.

Kyoko no podía pestañear. Ella sintió sus garras maliciosas dentro de su mente tratando de destruir sus recuerdos arrancándole la razón de esta pelea y tratando de arrancarle el amor. Sus amigos, todos ellos, ella no lo permitiría.

Kyoko sintió que su control se quebraba, dejándole sólo una cosa que podía usar en contra de él, y esa cosa era aquello que él intentaba tomar y destruir. Sus ojos destellaron de rabia, la cual ya no se encontraba reprimida. Ella colocó sus manos en sus suaves rizos de medianoche y juntó sus frentes, temblando con una oleada de poder.

Su voz atravesaba el silencio del campo de batalla, ella gritó. "¿Lo deseas con tanta fuerza? ¡AQUÍ! ¡Tómalo!"

Los ojos dorados de Kyou brillaron intensamente, mientras el miedo lo atravesaba cual cuchillo caliente. ¿Qué estaba haciendo la sacerdotisa? Él sabía que algo estaba terriblemente mal y sintió que sus poderes psíquicos lo llamaban… le urgían para escuchar y ver ¡antes de que fuera demasiado tarde! Él combatió ese poder y entró en la mente de Kyoko, tratando de ver qué estaba pasando. Él habría caído de rodillas con lo que vio si no hubiera tenido a los demonios sombríos tan envueltos a su alrededor manteniéndolo inmóvil.

Las imágenes y los sonidos estarían grabados en su mente para siempre y Kyou de alguna forma sabía que nunca sería capaz de alejar los sentimientos que lo invadían. Porque al mirar dentro de sus recuerdos, él se dio cuenta que Kyoko había escondido el amor que tenía por él como también el que tenía por sus hermanos. Él podía ver cada toque, sentir cada emoción acariciándolo y cada lágrima escondida, destruyéndolo tal como si fuera ella.

Kyou también estaba estremecido hasta el alma por la premura, mientras se daba cuenta que Kyoko tenía más poder del que nadie hubiera pensado; un poder del que ni siquiera ella estaba consciente. Él podía ver y sentir cada recuerdo, mientras pasaba de su mente a la de Hyakuhei, como si le dispararan directo al corazón de donde nunca lo liberaría.

Años de amor, tristeza y sacrificio, todo entregado en un instante.

Lágrimas de tristeza corrían por las mejillas de Kyoko, mientras entregaba a la mente de Hyakuhei cada recuerdo, amistad, dolor y sentimientos secretos que tenía por cada persona que luchó con ella. Era la única arma que le quedaba.

Instantáneamente, la maldad de Hyakuhei estaba desestabilizada. Todo el mundo sintió el cambio de poder, mientras el cristal empezó a cambiar su brillo, de una luz oscura a una luz blanca cegadora y las apariciones sombrías que sometían a Toya y a Kyou se desintegraban en el aire.

Kyoko vio como el ángel de la oscuridad estaba confundido, su pálido y perfecto rostro se distorsionaba con el dolor.

Apenas se sintió liberada, Kyoko estiró ambas manos y tomó el cristal sacándolo de su carne. Ella sabía que debía hacerse porque ya podía sentir su mente libre de la lucha y con los recuerdos que no quería perder. Las lágrimas cristalinas corrían por sus manchadas mejillas.

Ella había entregado sus recuerdos para poder salvarlos a todos. Rápidamente, antes de perder el pensamiento, ella sostuvo al Guardián del Corazón de Cristal contra su pecho, paralelo a su corazón.

Mirando a Toya y a Kyou saltando directamente hacia ella, ella susurró "Recuérdenme., por favor. Encuéntrenme".

La última cosa que Kyoko alcanzó a ver, mientras su vista se oscurecía, fue a los dos gritando su nombre y tratando de alcanzarla. Uno tenía los ojos líquidos y dorados y el otro fundidos y plateados, luego su mundo se oscureció.

Kyou sentía que Kyoko se desvanecía y pensó que ella estaba muriendo. Él saltó al unísono con Toya, tratando desesperadamente de alcanzarla cuando todo cambió, como si una gota de agua hubiera caído sobre la superficie de su mirada. De Kyoko emergían olas y de repente se desvaneció en el aire. Luego Hyakuhei gritó con rabia mientras se desvanecía también.

La mente de Kyou se aceleró mientras el grito de su hermano que se había unido al de él se detuvo de forma abrupta, como si ese sonido hubiera sido cortado con el parpadear de un ojo, allí él supo que Toya se había desvanecido también. Kyou descendió con gracia al lugar que tenía sólo un segundo antes de desarrollar el objetivo previsto. Su mirada furiosa brilló a su alrededor en total negación. Todos se habían desvanecido.

Kyou sintió la adrenalina corriendo por sus venas y mezclándose con su sangre de guardián. Él había visto y sentido todo, él ahora poseía todos sus recuerdos. Kyoko había entregado todo su ser para salvarlos, y en el último segundo él había escuchado su deseo. Ella probablemente no sabía lo que había hecho pero se los había llevado a todos dejándolo a él atrás.

El hechizo que había lanzado a su alrededor para evitar que el cristal sagrado fuera usado contra él, le había impedido ir a donde quiera que los otros se hubieran ido. Con tan sólo el susurro de un par de palabras, ella había tomado todo de él.

Su cuerpo se mantuvo alto y orgulloso. El largo cabello plateado que llegaba sus rodillas revoloteaba a su alrededor y la seda blanca de su camisa temblaba con la brisa como si estuviera de pie en el ojo de alguna tormenta invisible que encajaba con la tormenta furiosa dentro de su corazón atormentado.

Su apariencia era como la de un ángel majestuoso, poderoso y perfecto, mientras contemplaba el desértico campo de batalla. Hasta que él llevó su mano a su mejilla, atrapando una lágrima solitaria y de color carmesí, que ni siquiera él había tenido el poder de detener.

La visión de Kyou nadaba como plumas doradas haciendo remolinos junto a él provenientes de las alas que habían brotado a su alrededor en un vasto resplandor dorado, revelando su verdadera identidad por primera vez en su vida eterna.

La única herida que dejó la batalla fue el corte que apareció a través de su corazón, un corazón que nadie pensó que él poseía. Su mirada se fijó en la estatua de la doncella que se encontraba sólo a unos pocos pies de distancia, luego suspiró, "Kyoko, no te he abandonado. La distancia de más de mil años no es suficiente para evitar que vuelva a encontrarte".


Capítulo 2 "El Lado Opuesto"

Al otro lado del Corazón del Tiempo, dos años después y más de mil años hacia el futuro.

La carta fue dirigida al Santuario de Hogo. El abuelo Hogo miró el elegante sobre que el mensajero le había entregado, mientras lo llevaba a la mesa donde él había estado tomando el té. Antes de que tocaran la puerta, había estado disfrutando de la paz y quietud de la casa que usualmente era muy activa.

Todos habían salido por la tarde. Tama estaba en el salón de juegos con unos amigos, y Kyoko había ido a la biblioteca a estudiar, mientras la Sra. Hogo se había ido a comprar los víveres.

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