Arqueó una ceja cuando el grito del vampiro desapareció rápidamente. "Obviamente no es un descendiente directo", pensó. Su abuelo los llamó la basura de los demonios, no vampiros puros de la sangre o demonios... apenas media-casta. Pero... todavÃa llevaban el mismo nombre. El mejor grado de vampiro, el más lento que se derritió... bruto pero cierto.
SabÃa que se decÃa que los antiguos eran mucho más poderosos que esto, pero incluso el abuelo Hogo no estaba seguro de si los puros vampiros de sangre podÃan resistir sus dardos espirituales. Una vez le habÃa dicho que el dardo del espÃritu no era más que la luz del sol aprovechada en un arma que sólo podÃa ser evocada por una sacerdotisa o un guardián.
Kyoko vio un puño acercarse a su rostro y giró la cabeza hacia un lado sabiendo que no tenÃa tiempo para hacer nada para detenerla. Si se tomaba el tiempo para jugar a la bola de esquivar, entonces habrÃa consecuencias y ella estarÃa en el lado perdedor de ellos. Sintiendo el impacto de los nudillos dividir la piel en su mejilla, de repente cruzó la lÃnea de contrariada a ajumada.
Lo último que necesitaba era ir a casa como si hubiera estado en una pelea de pandillas. Ella gruñó cuando la bocina se acercó lo suficiente para rasgar su camisa casi abierta, dejando cuatro rasguños profundos en su pecho izquierdo.
"Pervertido," Ella le silbó, sabiendo que lo habÃa hecho a propósito. La sonrisa lejana que él le dio lo confirmó.
Su madre se preocuparÃa si llegara a casa herida, pero el abuelo Hogo sólo la ayudarÃa a que le arreglaran y la dejaran ir a la cama. SabÃa que sanaba diez veces más rápido que un ser humano normal. HabÃa pasado los últimos años entrenándola para que fuera lo que ella se habÃa convertido.
El abuelo habÃa sabido de ella mucho antes de que ella hubiera nacido... o asà lo dijo. Los viejos pergaminos pasados a través de la familia hablaban del guardián del corazón de cristal... y de la sacerdotisa que lo poseÃa.
Al principio ella no le habÃa creÃdo, pero su mente cambió abruptamente cuando tenÃa sólo diez años. Ella lo vio luchar contra un vampiro mientras él la llevaba a su casa una noche de la fiesta de cumpleaños de Tasuki. Se habÃa divertido tanto que se habÃa quedado incluso después de que los otros chicos se hubieran ido a casa.
Cuando fueron atacados, habÃa sido muy extraño ver a un hombre de su edad moverse con la misma gracia letal de un guerrero hábil. Lo que era aún más extraño era que el demonio habÃa sido muy real. HabÃa salido corriendo para ayudar a su abuelo y golpeó al monstruo en la espalda con su puño... eso fue cuando habÃa visto por primera vez el dardo del espÃritu. TodavÃa estaba en su mano mientras el vampiro se derretÃa.
Una vez terminada la pelea, Kyoko recordó haber preguntado a su abuelo qué le habÃa atacado. El abuelo Hogo entonces explicó que mientras él era bastante fuerte para luchar contra los demonios, él no tenÃa el mismo poder que Kyoko ni la capacidad de curar tan rápidamente de lesión.
Insistió en que habÃa nacido con un regalo. ParecÃa sentirse orgulloso de haberlo visto durante su vida. Esto llevó a una larga explicación de que el vampiro estaba en realidad detrás de ella, que los demonios la habÃan acosado desde su nacimiento... debido al poder sagrado que ella albergaba en su alma.
No sabÃa por qué las criaturas podÃan usarlo, pero su lujuria por ella sólo se habÃa vuelto más fuerte a lo largo de los años. El abuelo habÃa llegado a la conclusión de que tal vez habÃa sido colocado dentro de ella sólo para atraer a los demonios hacia ella, para poder destruirlos.
Kyoko todavÃa temblaba de repugnancia ante aquella noticia. A veces le hacÃa preguntarse qué más le habÃa estado ocultando su abuelo. Una cosa era cierta... ella no lo habÃa mirado igual desde entonces... tampoco Tasuki, porque Tasuki los habÃa seguido a casa esa noche y era testigo de la pelea. Eso sólo la habÃa vinculado a ella y a Tasuki aún más cerca.
Sacudió el recuerdo de su mente mientras se concentraba en la lucha. Rápidamente decidió que el bocón necesitaba ser el siguiente en morir antes de que de alguna manera descubriera una manera de desnudarla lentamente.
Ella bajó los brazos... fingiendo dolor para que él volviera a ella una vez más. A pesar de su naturaleza generalmente sexual, se preguntaba si todos los vampiros eran pervertidos o si eran sólo los que conoció. Justo cuando él la golpeó y la bajó, ella observó cómo el miedo se reflejaba en sus brillantes ojos. El dardo del espÃritu lo habÃa empalado en el último lugar que habÃa pensado.
Yuuhi silenciosamente miró a su pelea preguntándose cómo una simple hembra humana podrÃa tomar tanto castigo y seguir luchando. Una chica normal no pelearÃa en absoluto. Simplemente caerÃan bajo la esclavitud de los vampiros y harÃan lo que le pidieran. No estaba satisfecho con este desarrollo. HabÃa engendrado a esos tres vampiros en el último año... queriendo saber cómo serÃa tener hermanos.
La única otra familia que tenÃa era su padre... Tadamichi. En los últimos tiempos, la atención del capitán se habÃa vuelto de él... al hermano gemelo que habÃa regresado a la ciudad.
Deseando alejar a su nueva familia de la hÃper vida nocturna de la ciudad y el peligro del conflicto que se aproximaba entre los gemelos, Yuuhi habÃa decidido hacer un viaje fuera de la ciudad, donde su atención se centrarÃa solamente en él.
La ciudad era un lugar crudo para aprender los fundamentos de su clase, y pensó que los suburbios serÃan mejores para probar sus habilidades. La raza de la ciudad de los nuevos vampiros era descuidada, y le recordó nada más que animales hambrientos. Durante su excursión dentro de este pequeño pueblo, en realidad habÃan sido capaces de traer nuevos reclutas. Pero, los vampiros novatos continuaron desapareciendo sin dejar rastro.
Yuuhi al principio creyó que las nuevas media-castas acababan de mudarse... abandonándolo. Pero ahora sabÃa de otra manera. Estaban siendo asesinados uno a uno por nada más que una hembra humana. El niño demonio ocultaba sus emociones mientras veÃa matar a sus hermanos auto-hechos. En el fondo, estaba algo enojado... pero más curioso.
Tal vez esto le quitarÃa la atención a Tadamichi de su hermano gemelo. ¿Le importarÃa que alguien matara a su familia?
Kyoko observó con satisfacción que el último vampiro comenzó a derretirse y ella supo que sólo tomarÃa una hora antes de que los charcos se hubieran ido sin dejar rastro. Se frotó el dorso de la mano sobre la mejilla, dejando un rastro de sangre manchada en su estela mientras ella sacudÃa su mirada hacia atrás para buscar al espeluznante niño.
Yuuhi se trasladó a las sombras donde ya no podÃa verlo. Un sexto sentido le dijo que no querÃa enredarse con la niña en este momento, aunque no apartó los ojos de ella ni de la forma en que sostenÃa con fuerza esa extraña arma brillante en su mano.
Kyoko parpadeó en la oscuridad pensando que era inquietante en muchos niveles que el niño habÃa desaparecido.
"¿Lo asusté?" Se preguntó a sà misma negándose a moverse. Ella miró fijamente el punto donde el niño habÃa estado parado. Minutos pasaron... horas... o tal vez fue sólo un par de latidos. Finalmente soltó su puño cerrado y dejó que el dardo del espÃritu desapareciera... ella se encogió de hombros.