Ninguna emoción apareció en su expresión mientras dejaba que su mirada acariciara su cuerpo. Su pelo plateado flotaba en el ligero viento, como filamentos brillantes colgaban por su espalda hasta sus muslos. PodÃa oler su dulce aroma de la altura en que estaba, donde habÃa llegado a una parada muerta.
Kyou era adicto a su olor, a esta chica a la que estaban destinados a proteger. Sus orbes de oro la observaban mientras ella se posaba sobre el agua como una diosa de agua desnuda que le hacÃa señas. Ella fue la que habÃa traÃdo el Cristal del Corazón Guardián de vuelta a sus tierras, causando nada más que agitación y peligro. El rompimiento del cristal habÃa decidido su destino rápidamente. Ahora pertenecÃa a los guardianes, aunque dudaba que se diera cuenta de ello.
Sus labios se separaron mientras miraba a la chica que habÃa tratado de matar al principio, pero nunca pudo hacerlo. En realidad, si realmente la hubiese querido muerta... estarÃa muerta. En cambio, la protegió de lejos mientras sus hermanos se mantenÃan cerca de ella. Tal inocencia no debe dejarse sola sin protección. Su mirada se estrechó ante la incompetencia de su hermano. Tal vez deberÃa ser él quien la proteja tan de cerca.
Kyou sonrió, algo que casi nunca hizo. Le gustaba el juego del gato y el ratón, y la sacerdotisa necesitaba que le enseñaran una lección sobre ser atrapado solo en una tierra tan peligrosa.
Ãl se deslizó lentamente hacia ella, viendo que sus ojos estaban cerrados. Kyou yacÃa tumbado sobre ella sin tocarla, sólo flotando allà en el aire, dejando que su pelo largo creara una cortina alrededor de ellos. El suave abanico de sus pestañas oscuras a través de las mejillas cremosas le hizo detenerse. Su mirada bajó lentamente hacia sus labios llenos de asombro. Ãl puso sus propios labios sobre su oreja y respiró su aliento caliente en ella.
Los ojos de Kyoko se abrieron en estado de shock y ella azotó su cabeza, haciendo que los labios de Kyou se cepillaran por su mejilla en el proceso... se detuvo en sus labios. Miró directamente a los ojos dorados de Kyou. Hipnotizaban. Era como ser besado por un ángel, pero... Ãste era Kyou. El hermano de Toya no era un ángel. Era el guardián más temido y poderoso de la tierra. Era también uno de sus protectores, aunque ella casi nunca lo miraba.
Perdió toda habilidad flotante cuando entró en pánico. Ella empezó a hundirse en el agua, pero no le importó, siempre y cuando la alejara de sus ojos hipnotizantes. Ella ahogó un grito cuando de repente se acercó, agarrándola por la parte baja de la espalda y la levantó del agua hasta que ella fue presionada contra él.
Kyou podÃa oler su miedo a él y decidió que no querÃa su miedo. Todo el mundo lo temÃa... incluso a sus hermanos. Sus ojos dorados brillaron mientras él la abrazaba fuertemente, cesando sus luchas. El Guardián del Corazón de Cristal decidió hace mucho tiempo que estaban destinados a ser aliados y que él no tendrÃa que protegerla, temiendo su protección. Kyou usó sus habilidades de control mental para mirar en sus recuerdos y encontró que la sacerdotisa nunca habÃa sido besada... hasta ahora. Sus ojos se oscurecieron atrayentemente con ese conocimiento.
Kyoko estaba tan sorprendida que todo lo que podÃa hacer era mirar fijamente a las piscinas de oro lÃquido, esperando... Ella no sabÃa lo que estaba esperando, pero... Dios, él era hermoso. Ella creyó ver una ligera sonrisa en la esquina de sus labios. Parpadeó preguntándose si acabarÃa de leer su mente. Ahora sabÃa por qué nunca habÃa estado tan cerca del guardián dorado... era peligroso para los sentidos.
Sintiendo un empujón fuera de su control, Kyou cortó sus labios con los suyos en un poderoso beso como para sellar algún negocio desconocido. Durando sólo unos segundos, pero sintiéndose como una eternidad, lentamente terminó el beso, preguntándose qué hechizo le habÃa lanzado para hacerle sentir emociones y ansias extrañas. Kyou la abrazó más cerca... no estaba dispuesta a liberarla todavÃa. La miraba con una mirada extraña... casi sorprendida, sus ojos dorados parecÃan hacer añicos el reflejo del agua.
HabÃa querido enseñarle a su sacerdotisa qué podrÃa pasar si la atraparan sola y sin protección, pero de alguna manera se convirtió en más. DeberÃa haberlo sabido mejor luego de tocarla. Sus sentidos se ensancharon y sintió que su hermano se acercaba a paso rápido, haciéndole gruñir silenciosamente ante la intrusión. Kyou se deslizó a través del agua hasta el banco, enderezándolos y dejándola suavemente de pie.
Al ver que ella todavÃa estaba bajo su trance, él gentilmente extendió la mano y trazó la almohadilla de su pulgar sobre su suave mejilla gustando el calor posesivo que revolvÃa dentro de su sangre de guardián. Dando un tirón una vez más, volvió a inclinar sus labios contra los suyos antes de desvanecerse, dejando atrás solamente el revoloteo de una pluma de oro translúcida que también desapareció cuando tocó la superficie del agua a sus pies.
Kyoko permaneció allà un momento después de que Kyou desapareció, tratando de averiguar qué demonios habÃa sucedido. Luego jadeó y se miró a sà misma. Estaba desnuda y la habÃa estado tocando, sosteniéndola. Ella no pudo evitarlo, pero algo empezó en la boca de su estómago... calor. Algo, eso hasta ahora... sólo se habÃa sentido en esos rarÃsimos momentos con Toya.
Finalmente, recuperando los sentidos, agarró su ropa y la sostuvo contra ella. "¡Cómo se atreve Kyou hacer eso!" Ella sintió que su temperamento empezaba a chispear para el alto y poderoso señor Kyou. -¿Quién demonios se cree que es? -su rostro se alzó hacia el cielo mientras sus dedos se levantaban para tocar suavemente sus todavÃa húmedos labios-.
Se puso tensa cuando escuchó la voz de Toya llamándola. "Genial," Kyoko sacudió su camisa, lanzándola rápidamente sobre su cabeza. En el momento en que se deslizó en su lugar y ella fue capaz de ver, ella estaba mirando directamente a Toya, no cinco pies en frente de ella. Tirando de su camisa lo más lejos que podÃa, se sonrojó diez tonos de rojo.
"¡Toya, date la vuelta!" Ella exigió entonces quejándose interiormente, "Caramba, ¿ninguno de los guardianes tiene ningún sentido de la decencia?"
Cuando Kyoko se habÃa ido lejos, Toya habÃa corrido por el bosque maldiciendo a su propia obstinación por no acosarla para empezar. Siguiendo su olor, nada lo habÃa preparado para lo que habÃa encontrado... ella estaba allà de pie como una diosa. Su pecho se alzó con los brazos mientras se quitaba la camisa por encima de su cuerpo desnudo. Toya se habÃa congelado.
Claro, él la oyó decir: "Date la vuelta", pero eso no significaba que pudiera hacerlo. Toda su sangre caliente habÃa corrido hasta su abdomen y no podÃa moverse. Cuando su mirada subió por su cuerpo muy lentamente, finalmente se posó en su rostro. Oh diablos, habÃa visto esa mirada antes. Sabiendo que estaba a punto de usar su hechizo de domesticación, Toya giró alrededor. PodÃa oÃrla murmurar detrás de él, algo sobre... Guardianes sin modales.
Al quemar esa imagen en la memoria, algo llamó su atención. PodÃa oler el perfume de Kyoko con fuerza, pero habÃa otro olor aferrado a él. Manchas de plata aparecieron en los ojos dorados de Toya mientras se volvÃa lentamente, asegurándose de que estuviera vestida para que tuviera libertad de movimiento. Caminó hacia ella esperando que se equivocara. Cuanto más se acercaba a Kyoko, más fuerte era el olor.