Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas - Amy Blankenship страница 4.

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Percibiendo la anticipación en el hombre que estaba delante de él, los ojos dorados de Kyou se encontraron con los de Hyakuhei. – ¿El alma de quién robaste esta vez? – Preguntó con desprecio en su voz.

– ¿Por qué no vienes a ver, mi mascota? Estoy seguro de que estarás sumamente sorprendido. Es mi regalo para ti –. Una sonrisa cómplice alumbró sus rasgos ensombrecidos cuando Hyakuhei se hizo a un lado… dejando una clara vista de su víctima. Extendió su mano lentamente hacia Toya, Kyou se volteó para mirar hacia abajo al cuerpo en el suelo.

La mirada de Kyou siguió la de Hyakuhei mientras se acercaba lentamente, confundido ante la importancia de la identidad de esta víctima. Sus ojos dorados se abrieron como platos ante la forma desplomada en la tierra mientras una mala sensación de mal agüero subía por su espinazo. Su corazón comenzó a acelerarse cuando vio los reflejos plateados brillantes que resaltaban en el cabello negro como la noche que le resultaban familiares, ahora enmarañado y apelmazado con sangre y mugre que se extendía sobre el rostro del hombre como si intentara esconder su verdadera identidad.

Sintió todo su ser gritar con furia y negación del conocimiento de que ahora miraba a la silueta masacrada de su hermano perdido. – ¡NO! – rugió Kyou echando la cabeza hacia atrás. Lágrimas llenaron sus ojos mientras se volteaba para encarar al responsable. – ¿Qué has hecho? – gruñó y se lanzó hacia adelante deteniéndose apenas a pocos centímetros del asesino de su hermano. Sus ojos dorados como el sol sangraron rojo… él mostró largos colmillos como un perro rabioso. Flexionando su garra esperó la confesión con la ira apenas contenida.

– Solo lo que debería haber hecho desde el inicio… quitar al que no te apreció como yo –. La expresión de Hyakuhei se suavizó por un breve momento mientras observaba a su hijo favorito.

Le había dado toda su atención y afecto desde que le dio el regalo de la oscura inmortalidad… pero Kyou no había sido feliz. Era la tristeza en la mirada de Kyou lo que lo había atraído así… la soledad dentro de él era agradable e imitaba la melancolía de Hyakuhei. Había convertido al hermano de Kyou, Toya, con esperanza de ganar la devoción de su apreciada posesión. Pero… eso solo había molestado más a Kyou.

Hyakuhei miró las agridulces lágrimas que se formaban en los ojos de Kyou y supo que estaba en lo cierto… Kyou era más divino cuando lloraba.

En ese momento, algo muy dentro de Kyou se rompió como un afligido y desgarrador grito que rasgaba su cuerpo. Con una ira cegadora, atacó al asesino de su hermano, colmillos al aire y garras cortantes. – ¡Voy a arrancarte el corazón y dejar que las criaturas de la noche desgarren tu cuerpo por lo que has hecho!

El hombre malvado esquivó con habilidad el ataque y en una imagen borrosa y negra, dejó a Kyou sujeto contra el suelo. Con una calma que no se reflejaba en las profundidades de sus ojos color rubí, Hyakuhei se inclinó cerca de él, centró su mirada en el rostro que tanto le encantaba… la cara de su propio hermano.

– Hice lo que era necesario para nosotros. Toya no quería que tuvieras mi regalo y buscaba alejarlo de ti. Entenderás con el tiempo –. Murmuró con sus suaves labios que cepillaban brevemente los gruñidos mientras decía esas palabras.

Con una fuerza que no sabía que poseía, Kyou lanzó violentamente al ofensivo hombre a seis metros de distancia de su cuerpo tembloroso. Deslizó su antebrazo por su boca asqueado, gruñendo peligrosamente.

– Bien, bien, pequeño, cálmate –. Hyakuhei lo arrulló mientras se levantaba y se limpiaba el polvo. Sus ojos brillaban con una promesa, mientras su cuerpo temblaba ligeramente y se desvanecía en la noche. – Estaré esperando… esperando por ti… mi mascota.

El mundo de Kyou se hizo añicos a su alrededor al mirar hacia abajo al cuerpo sin vida de su hermano. – Vengaré la muerte de mi hermano y pasaré el resto de la eternidad persiguiéndote si lo tengo que hacer. Cuando te encuentre, pagarás por esto, Hyakuhei.

Temblando, se arrodilló lentamente y con gentileza levantó el cuerpo de Toya hacia su pecho, acunando su cabeza con delicadeza. El cabello de su pequeño hermano había caído de su rostro haciendo que la visión de Kyou se empañara mientras trataba de evitar que se desbordaran sus lágrimas, sin éxito. Parecía que Toya solo estaba dormido, en paz por primera vez en mucho tiempo.

Miró sus lágrimas caer a la mejilla de Toya y Kyou sintió su corazón romperse. Abrazando con fuerza a su amado hermano contra sí, Kyou suspiró con voz temblorosa: – Toya, por favor, perdóname por no llegar aquí a tiempo –. Su respiración temblaba dentro de él al tiempo que cerraba sus ojos fuertemente con dolor. – Sabía que me necesitabas… debí haberte salvado.

La mente de Kyou regresó al día en que Hyakuhei lo convirtió en lo que era ahora, al día siguiente de la muerte de su padre. Kyou sabía que Hyakuhei solo lo quería a él, y Toya solo era un niño pequeño. Así que para proteger a Toya, Kyou se fue con su tío aunque su hermano pequeño le llorara para que no se fuera.

Aún podía recordar el recelo en los dorados ojos de Toya mientras fulminaba con la mirada a Hyakuhei por atreverse a alejar de él a su hermano mayor. El recuerdo de esa mirada acechante fue la que había ayudado a Kyou a alejarse de su hermano durante varios años para protegerlo.

Cuando Toya creció, Kyou se encontró anhelando verlo, visitándolo en secreto y observándolo desde la distancia, viendo cómo su hermano vivía la vida que él no podía. Ver a Toya desde las sombras había sido la única felicidad durante esos días oscuros. A menudo entraba a hurtadillas en la habitación de Toya para verlo dormir.

Se había enterado de que Hyakuhei lo seguía y lo observaba observar a Toya: él nunca hubiese puesto a Toya en un peligro como ese. Su tío había convertido a Toya porque pensó que era lo que Kyou había querido. Era culpa suya que Toya hubiera muerto la primera vez.

Toya había peleado contra su tío durante la conversión y después. Mientras sus discusiones se volvían más violentas, Kyou trató de mantener la atención de Hyakuhei alejada de su hermano. Entonces Toya había comenzado a hablar sobre una cura para los vampiros… el Corazón de Cristal del Guardián. Había jurado que lo encontraría y curarlos a ambos.

Toya había conseguido su cura en la muerte.

Haciendo lo mejor que podía para evitar mirar a la cavidad vacía donde una vez estuvo el corazón de su hermano, Kyou se levantó llevando el cuerpo de Toya lejos de la escena para darle un entierro apropiado.

Ya no podía sentir la presencia de Hyakuhei, pero sabía que estaba cerca, observándolo de alguna forma, siempre observándolo. Kyou entendió ahora que tendría que irse, esconderse hasta que fuera lo suficientemente fuerte para derrotar la maldad que le había arrebatado la única cosa que le era preciada: su hermano pequeño. Se deslizó más allá de la obscuridad dejando aquel claro en un silencio total.

Kamui respiró un suave suspiro de alivio cuando los hermanos se fueron y bajó su barrera de invisibilidad de alrededor de la forma magullada de Kotaro. Mirando abajo al Lycan, Kamui supo que tomaría un tiempo para que las heridas de Kotaro sanaran, no solo las heridas en su cuerpo, sino también las heridas que ahora yacían muy dentro incrustadas en su corazón.

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