Морган Райс - Arena Dos стр 10.

Шрифт
Фон

No vuelven. Funcionó.

*

Ha pasado casi una hora desde que nos detuvimos aquí, y estamos todos apiñados juntos, anonadados, en nuestra lancha. Apenas nos movemos por miedo a ser detectados. Pero no he oído un sonido desde entonaces, y no hemos detectado ninguna acción desde que su embarcación pasó cerca de nosotros. Me pregunto a dónde habrán ido. ¿Siguen corriendo por el Hudson, yendo al norte, en la oscuridad, pensando que estamos cerca? ¿O se espabilaron y están regresando, peinando la costa, buscándnos? No puedo evitar sentir que sólo será cuestión de tiempo para que regresen por aquí.

Pero, mientras me estiro en la lancha, pienso que todos estamos empezando a sentirnos más relajados, un poco menos cautelosos. Aquí estamos bien escondidos, dentro de esta estructura oxidada, y aunque regresaran, no veo cómo puedan detectarnos los tratantes de esclavos.

Mis piernas y pies están están acalambrados de estar sentados; está haciendo más frío y me estoy congelando. Noto por los dientes de Bree y de Rose que castañean, que también están congeladas.  Quisiera tener mantas o ropa para darles, o algún tipo de calor.  Me gustaría poder hacer una fogata—no solo para calentarlos, sino para poder vernos entre nosotros, para confortarnos viéndonos a la cara.  Pero sé que eso es imposible.  Sería demasiado arriesgado.

Veo a Ben sentado ahí, apiñado, temblando y recuerdo los pantalones que rescaté.  Me levanto, y la lancha se balancea, y me acerco a mi saco y busco adentro y los saco. Los lanzo a Ben.

Caen sobre su pecho, mientras me mira, confundido.

“Deben caberte”, le digo. “Prúebatelos”.

Él lleva unos pantaones vaqueros andrajosos, llenos de agujeros, son demasiados delgados y están mojados.  Lentamente, se inclina y se quita las botas, después se pone los pantalones de cuero sobre los suyos.  Se ven graciosos en él, son los pantalones militares del tratante de esclavos—pero como sospechaba, le quedan perfectamente.  Sube la cremallera sin hablar, mientras se inclina hacia atrás, y puedo ver el agradeciiento en sus ojos.

Siento que Logan me mira y siento que está celoso de mi amistad con Ben. Él ha estado así desde que vio a Ben besarme en la Estación Penn. Es incómodo, pero no puedo hacer nada al respecto. Me agradan los dos, de diferentes maneras. Nunca había conocido a dos personas más distintas entre sí—sin embargo, les encuentro parecido.

Me acerco a Bree, que sigue temblando, acurrucada con Rose; Penélope en su regazo, y me siento junto a ella, pongo mi brazo sobre ella y la beso en la frente.  Ella apoya su cabeza en mi hombro.

“No te preocupes Bree”, le digo.

“Tengo hambre”, dice en voz baja.

“Yo también”, repite Rose.

Penélope lloriquea suavemente, y puedo notar que ella también tiene hambre. Ella es más lista que cualquier otro perro que he conocido.  Y valiente, pese a estar temblando. Es increíble que haya mordido a Rupert cuando lo hizo, y si no hubiera sido por ella, tal vez ninguno de nosotros estaríamos aquí.  Me inclino para acariciar su cabeza y ella me lame la mano nuevamente.

Ahora que mencionan la comida, me doy cuenta de que es una buena idea. He estado intentando reprimir mis ataques de hambre demasiado tiempo.

“Tienes razón”, le digo. “Vamos a comer”.

Las dos me ven con los ojos abiertos de par en par con esperanza y expectativa.  Me levanto, cruzo la lancha y alcanzo uno de los sacos.  Saco dos grandes frascos de mermelada de frambuesa y le doy uno a Bree, desenroscándoselo.

“Compartan este frasco”, les digo a ellos. “Nosotras tres compartiremos el otro”.

Abro el otro frasco y lo paso a Logan, y él mete su dedo, toma una gran cantidad y la pone en su boca.  Respira profundamente lleno de satisfacción—debe haber estado hambriento.

Se lo entrega a Ben, quien toma una también, después yo meto el dedo y tomo un puñado y lo pongo en mi lengua. Siento el subidón de azúcar, mientras la frambuesa satisface mis sentidos, y probablemente es la mejor que he probado. Sé que no es una comida, pero es como si lo fuera.

Parece que soy la encargada de la comida, así que nuevamente me acerco a las bolsas y tomo lo que queda de nuestras galletas y le doy una a cada persona, incluyéndome a mí misma. Miro a Bree y a Rose comiendo alegremente la mermelada, y con cada puñado, le dan uno a Penélope.  Ella lame sus dedos como loca, lloriqueando al hacerlo. La pobre debe estar tan hambrienta como nosotras.

“Regresarán, ¿saben?”, se oye una voz de mal agüero, junto a mí.

Volteo y veo a Logan sentándose, limpiando su arma, mirándome.

“¿Lo sabes, verdad?”, dice presionándome. “Estando aquí, somos presa fácil”.

“¿Qué propones?”, le pregunto.

Se encoge de hombros y aparta la mirada, decepcionado.

“Nunca debimos habernos detenido. Deberíamos haber seguido avanzando, como dije”.

“Pues, ya es tarde ahora”, le digo, molesta. “Deja de quejarte”.

Me estoy cansando de su pesimismo a cada paso, me estoy hartando de nuestra lucha por el poder.  Me molesta tenerlo cerca, aunque al mismo tiempo, le estoy agradecida.

“Ninguna de nuestras opciones son buenas”, dice él. “Si vamos río arriba esta noche, podríamos encontrarlos.  Podría arruinarse la lancha. Podríamos toparnos con el hielo que flota, o alguna otra cosa. O peor, podrían atraparnos. Si nos vamos en la mañana, pueden vernos en la luz. Podríamos navegar, pero podrían estarnos esperando”.

“Entonces vámonos en la mañana”, le digo. “Al amanecer. Iremos al norte y esperemos que ellos regresen hacia el sur”.

“¿Y si no lo hicieran?”, pregunta él.

“¿Tienes alguna idea mejor? Tenemos que alejarnos de la ciudad, no ir hacia ella. Además, Canadá está al norte, ¿no es así?”

Da media vuelta y mira hacia otro lado, suspirando.

“Podríamos quedarnos aquí”, dice él. “Esperar algunos días. Para asegurarnos que nos pasen primero”.

“¿Con este clima? Si no conseguimos un refugio, moriremos de frío.  Y se nos habrá terminado la comida para entonces.  No podemos quedarnos aquí.  Tenemos que seguir adelante”.

“¿Ah, ahora quieres seguir adelante?”. pregunta.

Lo miro fijamente—está empezando a sacarme de quicio.

“Está bien”, dice él. “Nos iremos al amanecer. Mientras tanto, si vamos a pasar la noche aquí, tenemos que hacer guardia.  En turnos.  Yo empezaré, después tú, y luego Ben. Duerman ustedes ahora.  Ninguno de nosotros hemos dormido y lo necesitamos. ¿De acuerdo?”, pregunta, primero me mira a mí y después a Ben.

“De acuerdo”, respondo.  Él tiene razón.

Ben no responde, sigue con la mirada perdida, perdido en su propio mundo.

“Oye”, dice Logan con rudeza, echándose hacia atrás y pateando su pie. “Te estoy hablando. ¿Trato hecho?”

Ben gira lentamente y lo mira, aún sin concentrarse, y luego asiente con la cabeza. Pero no sé si realmente lo escuchó.  Me siento mal por Ben; es como si no estuviera aquí realmente. Claramente, el dolor y la culpa por su hermano lo consumen.  No imagino por lo que está pasando.

“Bien”, dice Logan. Revisa sus municiones, amartilla su arma, y salta de la lancha al muelle que está junto a nosotros. La embarcación se mece, pero no se aleja. Logan se para en el muelle seco, examinando el entorno. Se sienta en un poste de madera y mira en la oscuridad, con el arma sobre su regazo.

Me instalo junto a Bree, poniendo mi brazo alrededor de ella.  Rose también se inclina, y envuelvo mi brazo alrededor de las dos.

“Descansen un poco. Nos espera un largo día mañana”, digo, preguntándome en secreto si ésta será nuestra última noche en la Tierra. Preguntándome si habrá un mañana.

“No hasta que me encargue de Sasha”, dice Bree.

Sasha. Casi la olvido.

Veo el cadáver congelado de nuestra perrita, a un costado de la lancha.  Me cuesta trabajo creer que la trajimos aquí.  Bree es una ama fiel.

Bree se levanta, cruza la embarcación en silencio y se pone de pie ante Sasha. Se arrodilla y le acaricia la cabeza.  Sus ojos se iluminan con la luz de la luna.

Ваша оценка очень важна

0
Шрифт
Фон

Помогите Вашим друзьям узнать о библиотеке

Скачать книгу

Если нет возможности читать онлайн, скачайте книгу файлом для электронной книжки и читайте офлайн.

fb2.zip txt txt.zip rtf.zip a4.pdf a6.pdf mobi.prc epub ios.epub fb3

Популярные книги автора