—Tenemos que dejarla entrar —dijo Kevin—. Si la dejamos allá fuera, los controlados la cogerán.
Como era de esperar, Kevin vio unas siluetas vestidas con uniforme militar que avanzaban hacia delante, moviéndose al unísono, evidentemente bajo el control de los extraterrestres.
Fue corriendo hacia el compartimento estanco y usó la llave que la Dra. Levin le había dado para abrirlo. Detrás, la chica estaba allí esperando, mientras los antiguos soldados ahora se estaban acercando y rompían a correr.
—¡Rápido, dentro! —dijo Kevin. Tiró de la chica hacia el compartimento estanco, pues no había tiempo que perder. Fue a tirar de la puerta para cerrarla, sabiendo que estarían a salvo en el momento en el que estuviera entre ellos y los controlados que avanzaban hacia la base.
No cedía.
—¡Ayúdame! —le gritó Kevin, tirando de la puerta y sintiendo la solidez del acero bajo sus manos. La chica la agarró con él, tiró de la puerta y tiró su peso hacia atrás para intentar moverla.
Un poco más lejos, los antiguos soldados avanzaban corriendo y a Kevin le costaba mantener su atención en la puerta y no en ellos. Era la única manera en que podía mantener su pánico a raya y concentrarse en tirar su propio peso hacia atrás, tirando de la puerta.
Finalmente, cedió, giró hasta ponerse en movimiento mientras se arrastraba hasta cerrarse. Kevin oyó su eco al cerrarse de golpe y bloquearse con un clic que sonó en todo el compartimento estanco.
«Iniciando proceso de descontaminación» —dijo una voz electrónica, tal y como lo había hecho cuando Kevin y Luna llegaron primero. Hubo una ráfaga al limpiar el aire con los filtros del búnker que había a su alrededor.
—Hola, me llamo Kevin —dijo. Sospechaba que debía haber algo más impresionante para decir en un momento así, pero no se le ocurría.
La chica se quedó callada durante uno o dos segundos, pero después pareció darse cuenta de que Kevin podría estar esperando una respuesta.
—Yo soy Chloe.
—Encantado de conocerte, Chloe —dijo Kevin.
Ella lo miró en silencio, como si lo estuviera evaluando y parecía casi preparada para salir corriendo.
—Claro, supongo.
La otra puerta del compartimento estanco se abrió con un chasquido. Luna los estaba esperando, sonriendo con su sonrisa más cálida, a pesar de que ella había sido la que había discutido en contra de dejar entrar a Chloe.
—Hola —dijo Luna. Tendió una mano—. Yo soy Luna.
Chloe la miró fijamente y, a continuación, encogió los hombros sin cogerla.
—Esta es Chloe —dijo Kevin por ella.
Chloe asintió sin mucho entusiasmo en señal de conformidad y miró alrededor cautelosamente.
—¿Dónde están todos? —preguntó por fin.
—No hay todos —respondió Luna—. Solo estamos nosotros. Kevin y yo.
Dio un paso hasta ponerse al lado de Kevin como para recalcar que eran un equipo. Incluso le puso una mano encima del hombro.
—¿Solo vosotros dos? —dijo Chloe. Se sentó en una de las sillas del centro de mando y negó con la cabeza—. Todo este camino ¿y solo estáis vosotros dos?
—¿Tú de dónde vienes? —preguntó Kevin.
—Eso no importa —dijo Chloe sin mirarlos.
—Yo creo que un poco sí que importa —replicó Luna—. Es decir, has aparecido de la nada y nos pides que confiemos en ti.
Chloe echó un vistazo rápidamente, encogió de nuevo los hombros y, a continuación, salió de la habitación. Kevin fue tras ella, sobre todo porque sospechaba que si Luna iba tras ella podría haber alguna discusión y porque había algo intrigante en Chloe. Había muchas cosas que no sabían sobre ella.
—No tienes por qué seguirme —dijo Chloe, mirando hacia atrás mientras Kevin la seguía por uno de los pasillos.
—Pensé que podría enseñarte el lugar —dijo Kevin—. Bueno… si quieres.
Chloe encogió los hombros una vez más. Parecía haber matices en sus encogimientos de hombros y, al parecer, este significaba vale. Kevin no estaba seguro de qué hacer con ella.
—Hemos estado mirando por todas partes desde que llegamos aquí —dijo Kevin—. Aquí abajo hay una cocina y un almacén, y aquí hay algunos baños. Este es el dormitorio donde dormimos. Escoge una cama si quieres. Yo estoy por allí, y Luna también.
Chloe escogió una cama. Estaba al otro lado de la habitación de las que Luna y Kevin habían escogido.
—No es que no me fíe de vosotros —dijo ella—, pero no os conozco, y… —Negó con la cabeza y no terminó. Tenía una mirada afligida al hacerlo.
—¿Estás bien? —preguntó Kevin.
—Estoy bien —replicó Chloe, pero después suavizó un poco su voz—. Estoy bien. Hace un tiempo que me he acostumbrado a cuidar de mí misma. Supongo que no se me da muy bien abrirme a la gente.
—Vale —dijo Kevin. Dio un paso atrás hacia la puerta—. Me puedo ir si no quieres…
—Me escapé de casa —dijo Chloe. Esto bastó para que Kevin se quedara quieto.
—¿Qué?
—Quiero decir, antes de que vinieran los extraterrestres —continuó Chloe—. Mi madre siempre me gritaba y mi padre era… bueno, pasó algo y todos dijeron que yo estaba loca… bueno, tengo un primo en el norte. Pensé que si podía llegar hasta él, estaría bien y entonces llegaron los extraterrestres.
A Kevin, le sonaba como si se estuviera saltando bastantes cosas, pero lo dejó pasar. Muchas de las pausas daban la sensación de ser agujeros que escondían el tipo de cosas que dolían demasiado, como si fingir hiciese que todo esto marchara. Él sabía de eso. Como si fingiendo que todo iba bien su enfermedad no estuviera realmente allí.
—¿Cómo sobreviviste allá fuera? —preguntó Kevin.
—Hice lo que tenía que hacer —dijo Chloe, sonando a la defensiva y de nuevo un poco afligida también. Estaba a cubierto lejos de todo el mundo cuando esto empezó a pasar, y la gente decía que había un gas o algo así, pero para cuando yo salí, solo estaban esas cosas intentando agarrar a la gente y exhalar encima suyo.
—¿Para cuando saliste? —dijo Kevin.
—Un carnicero me encerró dentro de su congelador de carne. Dijo que estaba intentando robarle.
—¿Era ese un lugar que podía no dejar pasar el vapor? ¿Significaba esto que Luna y él ya no necesitaban sus máscaras?
—Irá bien —dijo Kevin.
Chloe le dedicó otro de sus encogimientos de hombros.
—Tú eres el niño de la tele, ¿no? Cuando dijiste que te llamabas Kevin, no lo pillé, pero creo que te reconozco. ¿Por eso estás aquí? ¿Te guardaron en un lugar seguro porque eres el chico que conoce a los extraterrestres?
Kevin negó con la cabeza y se dirigió hacia ella.
—Ellos no me metieron aquí. La Dra. Levin me dio una llave que encajaba con los búnkeres que tienen y me habló de uno que está debajo del centro de investigación de la NASA, pero eso salió mal. Luna y yo tuvimos que encontrar este lugar solos.
Chloe asintió.
—Luna… ¿es tu novia?
La gente siempre lo daba por sentado. Kevin no entendía el porqué. A él le parecía evidente que Luna nunca sería su novia.
—Es mi amiga —dijo Kevin—. No somos… quiero decir…
Resultaba extraño que hablar de los extraterrestres fuera más fácil que hablar de qué eran exactamente Luna y él.
—Extraño —dijo Chloe—. Quiero decir, pareces majo. Yo desde luego no te dejaría solo como a un amigo. Me pregunto…
Kevin no consiguió descubrir lo que se preguntaba, pues vino una tos penetrante desde la puerta. Casi tan penetrante como la mirada que les lanzó Luna cuando Kevin se giró.
—Quería ver por qué estabais tardando tanto —dijo, y no parecía contenta. Parecía… casi celosa, y eso no tenía sentido, pues allí no estaba pasando nada y, en cualquier caso, Kevin y Luna no eran así. ¿O sí?
—Hola, Luna —dijo Kevin—. Chloe me estaba hablando de ella.
—Ya me lo imagino —dijo Luna—. Tal vez también podría contarme algo a mí. Y quizás, mientras tanto, podemos pensar en qué vamos a hacer todos a continuación.
***
Fueron hacia la zona de la cocina, pues ninguno de ellos había desayunado todavía. Kevin fue a buscar provisiones del almacén, sin estar del todo seguro de si debía dejar solas a Luna y a Chloe ahora mismo.