“Creó una grieta en la tierra,” explicó Suves. “Un cañón que no pudimos cruzar. Ha separado el sur del norte. Muchos de nosotros ya hemos muerto intentándolo. Fui yo el que detuvo el ataque para salvar a los troles que ves aquí hoy. Soy yo al que tienes que agradecer por haber conservado estas preciosas vidas. Soy yo el que salvó nuestra nación. Por eso, mi maestro, te pido que me promuevas y me des mi propio comando. Después de todo, esta nación ahora me busca a mí por liderazgo.”
Vesuvius sintió que su rabia estaba a punto de explotar. Con manos temblorosas, dio dos pasos rápidos, giró su alabarda, y cortó la cabeza de Suves.
Suves cayó al suelo mientras el resto de los troles lo miraban con sorpresa y temor.
“Ahí tienes,” le dijo Vesuvius al trol muerto, “tu comando.”
Vesuvius examinó a su nación de troles con disgusto. Pasó por las filas mirando todos los rostros, infundiendo temor y pánico en todos ellos como le gustaba hacerlo.
Finalmente habló, con su voz pareciendo más un gruñido.
“El gran sur está frente a ustedes,” dijo con una voz oscura y llena de furia. “Esas tierras fueron una vez de nosotros, saqueadas por nuestros antepasados. Esas tierras una vez fueron Marda. Nos han robado lo que es nuestro.”
Vesuvius respiró profundo.
“Para aquellos que tengan miedo de avanzar, juntaré sus nombres y los nombres de sus familias y haré que todos sean torturados lentamente uno a uno, y entonces serán enviados a pudrirse en los fosos de Marda. Aquellos que deseen pelear y salvar sus vidas y recuperar lo que alguna vez fue de nuestros antepasados me seguirán. ¿Quién está conmigo?” gritó.
A esto le siguió un gran vitoreo, un gran estruendo por las filas hasta donde se alcanzaba a ver de los troles levantando sus alabardas y coreando su nombre.
“¡VESUVIUS! ¡VESUVIUS! ¡VESUVIUS!”
Vesuvius dejó salir un gran grito de batalla, se dio la vuelta y corrió hacia el sur. Detrás de él se escuchaba un estruendo como el del trueno, el estruendo de miles de troles siguiéndolo, de una gran nación determinada a acabar con Escalon de una vez por todas.
CAPÍTULO NUEVE
Kyra voló sobre la espalda de Theon dirigiéndose al sur sobre Marda, lentamente volviendo a ser ella misma mientras dejaba esta tierra de oscuridad. Se sentía más poderosa que nunca. En su mano derecha sostenía el Bastón de la Verdad, del que salía una luz que los envolvía a ambos. Sabía que esta arma era mucho más grande que ella; era un objeto del destino que la llenaba con su poder, que la manejaba a ella tanto como ella manejaba a este. El sostenerlo hizo que el universo se sintiera más grande, que ella se sintiera más grande.
Kyra sintió como si sostuviera el arma que había sido destinada para ella desde que había nacido. Por primera vez en su vida pudo entender qué era lo que le hacía falta y ahora se sintió completa. Ella y el bastón, esta misteriosa arma que había recuperado desde las profundidades de la tierra de Marda, eran uno.
Kyra voló hacia el sur sintiendo que Theon también era más grande y fuerte, y que la furia de venganza en sus ojos era igual a la suya. Mientras pasaban las horas y seguían volando, finalmente la negrura empezó a desvanecerse y el verde de Escalon se hizo visible. El corazón de Kyra dio un salto al ver su tierra natal; pensó que nunca la volvería a ver. Tuvo una sensación de urgencia; sabía que su padre, rodeado por los ejércitos de Ra, la necesitaba en el sur; sabía que los soldados Pandesianos llenaban el terreno; sabía que las flotas Pandesianas aplastaban a Escalon desde el mar; sabía que en algún lugar en las alturas volaban los dragones también tratando de destruir Escalon; y sabía que millones de troles también destrozaban el país. Escalon estaba en caos por todos lados.
Kyra parpadeó y trató de alejar de su memoria el pensamiento de su tierra natal hecha pedazos, las largas extensiones de ruinas y escombro y cenizas. Aun así, sabía que el arma que apretaba en su mano podría significar una esperanza de redención. ¿Podrían este bastón, Theon, y los poderes de ella realmente salvar a Escalon? ¿Podría ser salvado algo que ya estaba en ruinas? ¿Podría Escalon recuperar algo de lo que alguna vez había sido?
Kyra no lo sabía, pero siempre había esperanza. Eso era lo que su padre le había enseñado: incluso en la hora más desesperada, cuando las cosas se ven más sombrías y parecen ya estar destruidas, siempre hay esperanza. Siempre hay una chispa de vida, de esperanza, de cambio. Nada nunca era absoluto, ni siquiera la destrucción.
Kyra siguió volando sintiendo que su destino crecía dentro de ella, sintiendo una oleada de optimismo y sintiéndose más poderosa con cada momento que pasaba. Reflexionó y sintió que había conquistado algo dentro de ella misma. Recordó cortar la red de la araña y sintió que, mientras la cortaba, también había cortado algo dentro de sí misma. Había sido obligada a sobrevivir por sí sola, y había conquistado a los demonios más profundos dentro de ella. Ya no era la misma chica que había crecido en el fuerte de Volis; ni siquiera era la misma chica que se había aventurado dentro de Marda. Ahora regresaba como una mujer, como una guerrera.
Kyra miró hacia abajo por entre las nubes sintiendo que el paisaje empezaba a cambiar y vio que finalmente llegaban hasta la frontera en la que anteriormente habían estado Las Flamas. Al examinar la gran cicatriz en la tierra, vio movimiento que atrajo su atención.
“Más bajo, Theon.”
Atravesaron las pesadas nubes y, mientras se disolvía la oscuridad, su corazón se emocionó al ver de nuevo la tierra que había amado. Se sintió feliz al ver su propio suelo, las colinas y los árboles que reconocía, y al oler el aire de Escalon.
Pero al volver a mirar, su corazón se desplomó. Ahí abajo había millones de troles que inundaban la tierra al avanzar hacia el sur desde Marda. Parecía una migración en masa de las bestias, con su estruendo audible hasta allí. Al ver esto, no supo cómo su nación podría resistir un ataque como este. Sabía que su pueblo la necesitaba; y rápido.
Kyra sintió que el Bastón de la Verdad vibraba en sus manos y después produjo un silbido agudo. Sintió que le decía que era momento de actuar, de atacar. No supo si era ella la que le ordenaba al bastón o si el bastón le ordenaba a ella.
Kyra apuntó el bastón hacia el suelo y, al hacerlo, salió un sonido de crujido de este. Era como si sostuviera truenos y relámpagos en su mano. Miró con fascinación cómo una intensa esfera de luz salía del bastón y se dirigía hacia el suelo.
Cientos de troles se detuvieron y miraron hacia arriba, y vio pánico y terror en sus ojos mientras veían la esfera de luz que caía sobre ellos desde el cielo. No tuvieron tiempo de correr.
A esto le siguió una explosión tan poderosa que las ondas del impacto sacudieron incluso a Theon y a ella desde el suelo. La esfera de luz golpeó el suelo con la fuerza de un cometa que chocaba contra la tierra. Al impactar, miles de troles cayeron aplastados por la creciente oleada de luz.
Kyra examinó el bastón con asombro. Se preparó para atacar de nuevo y acabar con el ejército de troles; pero de repente escuchó un horrible rugido encima de ella. Volteó hacia arriba y se quedó impactada al ver el inmenso rostro de un dragón escarlata que salía de las nubes; y una docena más detrás de este. Se dio cuenta muy tarde que estos dragones los habían estado buscando.
Antes de que Kyra pudiera atacarlos con su bastón, uno de los dragones se acercó y golpeó a Theon con sus garras. Theon fue tomado con la guardia baja y salió volando por el aire por el tremendo golpe.