Морган Райс - La Noche del Valiente стр 11.

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Kyra se aferró con todas sus fuerzas mientras giraba sin control. Las alas de Theon estaban hacia abajo mientras trataba de controlarse y giró una y otra vez, con Kyra apenas sosteniéndose de las escamas hasta que finalmente recuperó el control.

Theon rugió desafiante y, a pesar de ser más pequeño que ese grupo, se lanzó hacia arriba sin miedo contra el dragón que lo había golpeado. El dragón claramente estaba sorprendido por el contraataque del más pequeño Theon y, antes de que pudiera reaccionar, Theon le encajó los dientes en la cola.

El gran dragón chilló mientras Theon le arrancaba la cola de una mordida. Voló sin cola por un momento, después perdió el equilibrio y cayó boca abajo hacia la tierra. Cayó con un gran impacto, creando un cráter y una nube de polvo.

Kyra levantó su bastón al sentirlo arder en su mano, y lo hizo girar al ver a tres dragones más que se acercaban. Vio salir una esfera de luz que golpeó a los tres dragones en el rostro. Estos chillaron, se detuvieron y empezaron a sacudirse. Después dejaron de moverse y también cayeron muertos hacia el suelo como rocas creando una gran explosión.

Kyra estaba impresionada con su poder. ¿Acababa el Bastón de la Verdad de matar a tres dragones con un solo golpe?

Kyra levantó el bastón de nuevo al ver aparecer a otra docena de dragones, y mientras lo bajaba esperando derribarlos, de repente la sorprendió un terrible dolor en su mano. Se dio la vuelta y vio que un dragón se había acercado por detrás con las garras extendidas hacia su mano. Le había cortado la mano haciéndola sangrar y, en el mismo movimiento, había tomado el Bastón de la Verdad y se lo había quitado de las manos.

Kyra gritó, más por el horror de perder el bastón que por el dolor de la mano. Observó con impotencia que el dragón se alejaba volando llevándose el bastón. El dragón entonces lo soltó y ella miró con horror que este caía por el aire girando hacia el suelo. El bastón, la última esperanza de Escalon, iba a ser destruido.

Y Kyra, ahora indefensa, se enfrentaba a una manada de dragones, listos para hacerla trizas.

CAPÍTULO DIEZ

Lorna caminaba rápidamente por el campamento con un sentido de urgencia mientras los hombres de Duncan le abrían camino. Merk caminaba a su lado junto con Sovos y seguidos de una docena de hombres de las Isas Perdidas, guerreros que se habían separado de los otros y habían viajado desde la Bahía de la Muerte y de vuelta al continente por el desierto, pasando Leptus. Lorna los había podido guiar hasta ahí sabiendo que Duncan la necesitaba.

Al acercarse, Lorna vio que los hombres de Duncan la miraban con asombro. Abrieron camino para ella hasta que finalmente llegó al pequeño claro en el que estaba Duncan. Había guerreros preocupados arrodillándose a su alrededor, todos gravemente alarmados por su moribundo comandante. Vio a Anvin y a Aidan llorando con Blanco a sus pies, que emitía el único sonido en el pesado silencio.

Una mano la detuvo mientras se acercaba a Duncan, y ella se detuvo y miró hacia atrás. Merk y Sovos se pusieron tensos y pusieron sus manos sobre sus espadas, pero ella los detuvo gentilmente al no querer iniciar una confrontación.

“¿Quién eres y a qué has venido aquí?” le preguntó seriamente uno de los guerreros de Duncan.

“Soy la hija del Rey Tarnis,” respondió con autoridad. “Duncan trató de salvar a mi padre. He venido a regresar el favor.”

El hombre pareció sorprendido.

“Su herida es fatal,” dijo el guerrero. “Lo he visto muchas veces en batalla. Ya no es posible ayudarlo.”

Ahora Lorna frunció el ceño.

“Perdemos tiempo. ¿Prefieres que Duncan muera desangrado aquí? ¿O puedo tratar de curarlo?”

Los guerreros estaban claramente escépticos desde su encuentro con Ra y su hechicería, y se miraban entre sí. Finalmente, Anvin asintió.

“Déjenla pasar,” dijo.

Se hicieron a un lado y, mientras Merk y Sovos bajaban sus armas, Lorna se apresuró y se arrodilló a su lado.

Lo examinó e inmediatamente supo que estaba muy mal. Pudo sentir un aura negra de muerte alrededor de él y, al examinar sus ojos cerrados y agitados, supo que su fin estaba cerca. Pronto dejaría esta tierra. El golpe de Ra había hecho mucho daño; pero no tanto por la daga, sino porque Duncan podía sentir la traición detrás de esta. Duncan todavía pensaba que había sido Kyra quien lo había apuñalado, y ella sintió en el aura que él no deseaba seguir viviendo debido a eso. Esto hacía que se escapara su fuerza de vida.

“¿Puedes salvar a mi padre?”

Lorna volteó hacia Aidan que tenía los ojos rojos y las mejillas llenas de lágrimas y la miraba con esperanza y desesperación. Respiró profundo.

“No lo sé,” respondió ella simplemente.

Lorna puso una mano sobre la frente de Duncan y la otra sobre la herida. Empezó a murmurar un antiguo himno y la multitud lentamente guardó silencio. Aidan dejó de llorar. Ella sintió un intenso calor que cursaba por sus manos y que peleaba contra la herida. Cerró los ojos e invocó todo el poder que tenía tratando de leer su destino, de entender lo que había pasado, y lo que le tenía preparado el destino.

Lentamente todo llegó hasta ella. El futuro de Duncan había sido el de morir hoy. Ese era su destino; en este campo de batalla después de una gran victoria en el cañón. Vio todas las batallas que él había peleado; vio cómo se convirtió en guerrero y comandante; vio su batalla más grande y final aquí en el cañón. No debía sobrevivir después de la inundación. Él estaba destinado a morir a su paso. Había llevado la revolución tan lejos como estaba destinado a llevarla.

Ella sintió que su hija, Kyra, volaba dirigiéndose hasta este lugar y estaba destinada a tomar su lugar. Duncan debía morir en este momento.

Pero ahora, arrodillada ante él, Lorna invocó el poder del universo y rogó por que cambiara su futuro, por que cambiara su destino. Después de todo, Duncan había sido el único amigo verdadero de su padre, el Rey Tarnis, incluso cuando los otros le habían dado la espalda. Duncan era al que su padre le había pedido que fuera a salvarla. Se lo debía en el nombre de su padre. Además, sentía dentro de ella que a Duncan podría quedarle una última batalla épica en su vida.

Lorna peleó contra el destino sintiendo que el esfuerzo era desgastante. Sintió una batalla épica de espíritus desarrollándose dentro de ella mientras luchaba con poderes contra los que se suponía no debía pelear. Eran poderes peligrosos; poderes que podían matarla. Después de todo, el destino no debía tomarse a la ligera.

Mientras peleaba, Lorna sintió que la vida de Duncan estaba en la balanza. Finalmente se colapsó por el cansancio y, respirando agitadamente, finalmente lo supo: era tanto una victoria como un fracaso. La vida de Duncan sería extendida; pero solo por un corto tiempo. Se le permitiría tener una última batalla y ver el rostro de su hija de nuevo, su verdadera hija, y a él se le permitiría morir en sus brazos. Había logrado conseguir algo.

Lorna se estremeció sintiéndose mareada, abrumada por los poderes con los que había peleado. Sus palmas le ardían y finalmente hubo un destello, un sentimiento como el que nunca antes había sentido y que la hizo retroceder. Cayó de espaldas a unos pies de distancia.

La Noche del Valiente

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Морган Райс
Una fantasía llena de acción que le encantará a los fans de las otras novelas de Morgan Rice, igual que a los fans de obras como The Inheritance Cycle de Christopher Paolini… Los fans de Ficción para Jóvenes Adultos devorarán este último trabajo de Rice y rogarán por más. The Wanderer, A Literary Jo
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